Pensar en una vuelta al trabajo como un punto y aparte de la situación en la que nos vemos inmersos, es un pensamiento irreal. La incertidumbre, la falta de patrones a seguir y el miedo hacen que los gerentes y responsables de equipos de trabajo deban desarrollar su mejor versión. Todos nos preguntamos ¿cuál es esa versión?
Hace unos años, debido al ritmo frenético y la irascibilidad del día a día, surge la necesidad de un nuevo modelo de management, un modelo basado en la escucha activa y el conocimiento de las necesidades y perfiles del equipo: el liderazgo empático.
Para estos momentos es necesario que miremos hacia él. Un buen líder empático debe tener cualidades como humildad, capacidad para detectar talento y hacer brillar al otro, asertividad para los límites, cercanía y comprensión, altas dosis de entusiasmo y colaboración. Reducir el miedo a un contagio, la incertidumbre por el futuro laboral, la tensión cuando hay cambio de hábitos son algunas de las emociones y situaciones en las que debemos lograr encontrar un equilibrio. El interior de un líder debe ser como la máquina más sofisticada, con todos los datos y procesos; pero con un exterior lo más cercano posible a la realidad del interlocutor. Sofisticación y sencillez.
Se ha de transmitir al equipo seguridad, positivismo y tranquilidad. Ahora más que nunca es necesario tener un sistema de comunicación interna fluido y continuado. Donde todo el equipo conozca y comparta la misión y visión de la empresa. Que sea consciente de la importancia que tiene su trabajo para la compañía y para sus compañeros. Donde la relación con el gerente o su responsable directo sea un punto de apoyo para sentirse motivado, con sentimiento de pertenencia y satisfecho con su labor.
Necesitamos líderes ágiles, transparentes y con capacidad en la toma de decisiones que se antepongan y marquen un camino a su equipo. Es el momento de ser ejemplo y horizonte para ellos. Bienvenidos a un nuevo paradigma. Citando a Tim Ferris: ¿cómo sería esto si fuera fácil?
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